Nuestra sociedad actual es tan
exigente que nos dirige hacia un estilo de vida incansable, sin pausas. Hemos
llegado al punto en que lo más importante es uno mismo. No pensamos en los
demás, sino en lo que nos beneficia personalmente. No buscamos perdonar a quienes
nos hicieron daño sino sentirnos bien con nosotros mismos, creando una coraza
de rencor y odio. Dejamos a nuestro cuerpo en manos de los vicios, es más fácil
acceder a ellos. Nos cargamos trabajando sin parar por el dinero justo para
vivir.
Hemos entregado nuestro ser a la
esclavitud de este mundo para que él consuma los aproximados ochenta años de
nuestra existencia.
Este panorama es realmente
desesperanzador. Igualmente hay otra realidad que no pasa por debajo de la mesa
y es la de quienes están atados a las cadenas de problemas, son esclavos de sus
temores, de sus dudas, no viven sino sobreviven cada día. Estas personas buscan
a alguien que resuelva sus situaciones. Este mini dios que han creado se ha
convertido en píldoras que calman el dolor pero no curan la enfermedad. ¿Por
qué?
Porque hemos creado barreras,
paredes que nos separan del Dios verdadero, aquel que desea que lo busques de
manera genuina, no solamente cuando estás necesitado.
Y esto ocurre a diario porque
queremos creer en el Dios de lo imposible, pero no deseamos seguir sus
mandatos.
Entonces, ¿crees realmente que
conoces a Dios?
“¿Cómo sabemos si hemos llegado a
conocer a Dios? Si obedecemos sus mandamientos. El que afirma –Lo conozco-, pero no obedece sus
mandamientos es un mentiroso y no tiene la verdad” 1 Juan 2:3-4
“En cambio el amor de Dios se
manifiesta plenamente en la vida de aquel que obedece su Palabra. De este modo
sabemos que estamos unidos a él. El que afirma permanecer en él, debe vivir
como él vivió” 1 Juan 2:5-6
Dios quiere darte respuestas, él
quiere manifestarse en tu vida, pero tú debes darle el lugar que merece. ¿Cómo
puedes romper las barreras que te separan de él?
Lo primero es entender que todo
lo que hagas en tu vida, es observado por tu Padre.
“Ninguna cosa creada escapa a la
vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien
hemos de rendir cuentas” Hebreos 4:13
Pero si tú estás cansado de vivir
excusando cada cosa que haces y quieres ser renovado de mente y espíritu, solo
debes reconocer tu debilidad; que en tus fuerzas no puedes quebrar las cadenas oprimen
y necesitas de la ayuda de ese Dios que está ahí esperándote. La promesa de
Dios para ti es librarte de esas cadenas, limpiar tu corazón y renovarte por
completo.
“La Escritura declara que todo el
mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo, lo
prometido se les conceda a los que creen” Gálatas 3:22
Dios nos ha dado libertad a
través de su Hijo. Solo cuando reconozcas que solo él puede ayudarte, que se entregó
como sacrificio por ti, podrás experimentar esa libertad y lograrás dejar a un
lado todo lo que no te permite avanzar. Desiste de ese pecado, deja que ese
yugo sea crucificado por siempre.
“Si hemos estado unidos con él en
su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección” Romanos
6:5
“Porque el que muere queda
liberado del pecado” Romanos 6:7
Si tú quieres dar este paso, si
anhelas dejar atrás eso que te mantiene prisionero, simplemente háblale a Dios,
él quiere escucharte. Dile que reconoces que eres pecador y que en tus fuerzas no
puedes vencer, no consigues seguir adelante. Dile que necesitas a Jesús, un
salvador que te libere de la esclavitud y pídele que te renueve completamente
para que llegues a experimentar la libertad que solo te es otorgada por medio
de Cristo.
“Cristo nos liberó para que
vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan
nuevamente al yugo de esclavitud” Gálatas 5:1
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