martes, 5 de agosto de 2014

Rompiendo paradigmas: “Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien”- El camino que me conviene



Este versículo nos describe de manera perfecta el libre albedrío que Dios nos ha dado, el poder de decidir qué puedo hacer, qué quiero hacer versus lo que es bueno para mí, lo que es conveniente. Es interesante tocar este tema porque muchos tienen paradigmas sobre las normas, lo que debo o no debo hacer, si tengo prohibido conducirme de una cierta manera y así una infinidad de premisas.

Lo cierto es que es más simple de lo que creemos. En otro artículo del blog me atreví a mencionar el gran enredo que hemos hecho con el evangelio y cómo lo complicamos siempre todo. Nuestra disposición debe estar guiada a agradar al Señor como él nos lo ha pedido, no cómo otros nos dicen. Es por eso que decidí centrarme en este versículo, enfocándolo desde varias perspectivas.

“Todo me está permitido, pero no todo me conviene”. Es importante tener esto bien claro. No hay normas, reglas, religión que te prohíban hacer lo que desees pues en la Palabra está “Todo me está permitido (…)” ahora si continuamos con la frase, más adelante aparece algo aún más importante: “(…) pero no todo me conviene” es esa oración la que debemos tener presente. Dios conoce lo que es mejor para nosotros y él mismo lo está diciendo… No todo te conviene.

Lo gracioso de esto es que día a día elegimos justamente lo que no nos conviene y nos conducimos por un camino lleno de decisiones incorrectas, decepciones, desesperanza, dudas. Es algo que el hombre en su naturaleza simplemente no puede evitar.

Pero ante esta situación Dios planteó algo mejor, él buscó esa solución para que tomes el camino correcto, el camino que te conviene.

¿Quién puede saber lo que nos conviene más que Jesús?

Y así lo dijo él mientras conversaba con sus discípulos. Seguramente en ese momento ninguno sabía lo que era más conveniente. No tenían mucha certeza, pero Jesús quien se encontraba en medio de ellos les dijo las palabras correctas.

“Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme” Mateo 16:24

Todo estaba permitido para ellos, pero efectivamente no todo les convenía y Jesús lo sabía, se los estaba advirtiendo. Quienes quisieran ser parte del reino de Dios debían negar su naturaleza, llevar su cruz y seguirle. Llevar la cruz es analogía de dejar atrás todo lo que no es bueno para ti, todo lo que no te conviene.

“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará” Mateo 16:25

Aquí Jesús dijo las palabras claves. “El que quiera salvar su vida” por sus propios medios, a través de la autosuficiencia… la perderá, porque humanamente no podemos salvar nuestras propias vidas. “Pero el que la pierda por mi causa, la encontrará” Jesús hablaba de la vida espiritual, la verdadera paz, el sendero correcto, el sendero de justicia. Cuando reconocemos que Jesús es el alimento de nuestro espíritu, el salvador de nuestra vida, hallamos la verdad, esa que nos hace libres.

¡Comenzamos a hacer lo que más nos conviene!

“El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir para nosotros, este mensaje es el poder de Dios” 1 Corintios 1:18

A través de Jesús, Dios con su poder renueva nuestro corazón, nuestro espíritu para hacer lo conveniente, lo que es agradable para él y lo que es bueno para nosotros. Se trata entonces de mantener el espíritu sano y en crecimiento por medio de la Palabra de Dios.

“Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud” 1 Tesalonicenses 2:6

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