jueves, 11 de septiembre de 2014

Testimonio de fe: la esperanza

Te escribo para contarte una anécdota personal y a la vez enseñarte cuán misterioso y fiel es Dios en su manera de obrar. 
Hace algunos días tuve la oportunidad de hacer un viaje familiar y me encontraba a la expectativa del propósito de Dios con esta experiencia. Días atrás pasaba por pruebas a través de las cuales Dios me estaba fortaleciendo, pero ellas se habían convertido en una carga para mí, ya que le abrí la puerta a la desesperanza (esto es algo que a veces solemos hacer). 

Dios sigue siendo el mismo, es increíble como Él te rescata cuando en tus fuerzas no puedes continuar. Así fue conmigo. 

El día domingo, tomamos el metro que nos dejó en una estación cerca de una iglesia cristiana. "La casa de mi padre" era el nombre de esa congregación. Nos acercamos, saludamos a algunos miembros, al final decidimos asistir al servicio dominical. 

Durante el tiempo de alabanza tomamos un momento para clamar a Dios, para encontrarnos con Jesús y pedirle por nuestras necesidades. Dios estaba haciendo ya algo especial. Fue un momento de adoración genuina, corazones humillados y amor profundo.

Nuestros corazones estaban preparados para el mensaje. El tema de la prédica estaba titulado "la esperanza" y el predicador utilizó esta simple palabra para confrontar a varios ahí presentes. Sin titubeos afirmó que la esperanza es confiar en que un día verás a Cristo nuevamente, y que esto debe ser para ti, motivo suficiente de gozo en Dios. También hizo una analogía entre la historia de José, en Génesis 37, cuando sus hermanos lo vendieron y trajeron a su padre, Jacob, la túnica de su hijo llena de sangre. Jacob no tenía la seguridad de que su hijo estaba realmente muerto, pero él dio paso a la desesperanza en su vida. Muchas veces actuamos de esta manera, olvidamos las promesas del Señor y permitimos que el enemigo nos enseñe la túnica ensangrentada. Lo más importante es perseverar en Dios, confiar en él, esperar en Él, sabiendo que Cristo es la esperanza de nuestra vida.

En ese instante comprendí el propósito de Dios con ese viaje, con que yo estuviese ahí en ese momento, escuchando esa palabra. Dios no quería que yo siguiera viviendo de la mano con la desesperanza. Él quería que yo entendiera que mi esperanza está en Jesús y que debo aferrarme a ello. Dios no deja de asombrarme con sus misterios y sus maravillas.

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