miércoles, 28 de mayo de 2014

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a vivir de la manera correcta



Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a vivir de la manera correcta

En ese momento especial, ese primer encuentro con Jesús, todo lo que nos ata a la vieja forma de ser queda renovado por una nueva creación. Ahora somos como recién nacidos en el espíritu y buscamos que nuestra relación con Dios crezca momento a momento.
Una persona que pertenece a Jesús aprenderá a vivir de la forma correcta, la forma en que Dios quiere que vivamos. Esto quiere decir que debemos escoger, si queremos vivir como lo hace el resto del mundo o si queremos vivir como Dios lo desea. ¡Tienes la libertad para escoger! 

Comenzando una nueva vida (Colosenses 3:1-4)

Cuando comenzamos a vivir para Cristo, las cosas de este mundo dejan de interesarnos y buscamos más del reino de Dios. Los creyentes interpretan una escena de muerte y resurrección a través del bautismo. A pesar de vivir en este mundo, dejamos de pensar en el presente y la vieja forma de vivir desvanece de nuestra mente. Nuestro espíritu está hecho nuevo por medio de Cristo, a través de la sabiduría que nos acompaña en cada instante y nos da fortaleza para ir por el camino correcto. 

Removiendo las cosas malas (Colosenses 3:5-9)

“Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios” Colosenses 3:5-9

Aún cuando Jesús nos ha dado una nueva vida, cada día debemos crecer en esta manera correcta de vivir. Debemos dejar atrás los viejos deseos porque ellos rompen nuestra relación con Dios. Así es. Por más que sientas que tus buenas obras son reflejo de tu buen corazón, todo aquello que es parte de tu naturaleza crea una barrera en tu relación con Dios. Es por ello que no logras estar en su presencia, es por ello que te cuesta entender su voluntad en momentos difíciles.

Los deseos sexuales están ahí para la autocomplacencia. Cristo enseñó que el amor verdadero se ocupa de lo que es mejor para los demás. Dios creó el sexo para el matrimonio, para que los esposos se entregaran mutuamente en una relación de amor. Aquellos atados al placer sexual eventualmente se convierten en esclavos de este deseo y no pueden parar. Jesús quiere despojarnos de esto que llena vacíos por momentos. Él quiere que estemos satisfechos en él para tener una relación unida con Dios.

De igual manera la avaricia es el deseo de tener más y más cosas. Lo material puede convertirse en el foco de nuestra vida, por lo tanto comenzamos a idolatrarlo.
Jesús murió para que pudiéramos librarnos de esos deseos que se convierten en yugos de nuestra vida.

Haciendo lo correcto (Colosenses 3:10-14)

Cuando vivimos para Dios, ese viejo ropaje es sustituido por una nueva vestidura limpia y purificada. Colocarnos el nuevo ropaje demuestra el cambio que ha sucedido en nuestra vida. Nos convertimos en nuevas personas y deseamos ser cada día más como Jesús. Esta nueva vida debe estar llena del amor hacia los demás, de la tolerancia, la paciencia y la humildad. De igual forma debemos perdonar a otros como Jesús ha perdonado todas las cosas que has hecho. El amor ya no es un simple sentimiento es una decisión, la de vivir como Cristo. Podemos aprender a amar y así aprenderemos a crecer en el camino correcto.

lunes, 26 de mayo de 2014

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a construir relaciones cristocéntricas





Como seguidores de Cristo formamos parte de un mismo cuerpo que es la iglesia. Esto no quiere decir que no existan diferencias con nuestros hermanos y que siempre nos llevaremos bien. Sin embargo debemos procurar construir relaciones cristocéntricas en donde valga más los frutos del Espíritu que las diferencias que tengas con quien piensa distinto a ti. Es por eso que es importante aprender más sobre estas relaciones y cómo reparar las amistades rotas.

Reparando relaciones quebrantadas (Mateo 18:15-17)

Qué sencillo nos resulta conocer los mandamientos de Dios, como… “Ama a tu prójimo como a ti mismo” pero a la hora de aplicar estas exigencias, la obediencia falla un poco en ese aspecto. Debemos entender e internalizar lo que se refiere la palabra “ama” dentro de este contexto. Amar a tu hermano es tolerar su pensamiento, es aceptar las diferencias que existan y es saber pedir perdón cuando pecas contra él. 

Es humano tener sentimientos de disgusto con tu hermano, pero a veces los impulsos pueden causar daño en nuestras relaciones. Jesús enseñó cómo reparar relaciones quebrantadas. Si vivimos con diferencias, no estaremos siguiendo el camino que Cristo quiere que sigamos. Las relaciones entre creyentes deben ser cristocéntricas pues de esta manera las personas en el mundo lograran ver el testimonio y verán lo distinto que puede ser tener una vida conforme a la voluntad de Dios. 

“Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.” Mateo 18:5

Lo primero que enseñó Jesús es que si tu hermano peca contra ti hazle ver lo que hizo. No ganas nada reservándote esa molestia que luego podrá desencadenar resentimiento y venganza. Mejor ve con tu hermano y dile aquello que te hirió. 

“Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos” Mateo 18:16

Muchas veces la necedad puede enceguecer al hermano que ha pecado contra ti, pero si tienes testigos que te apoyen, es importante que en reunión todos hablen del asunto.
 “Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado” Mateo 18:17

Como cuerpo de Cristo tenemos la potestad de exhortar a un hermano cuando ha pecado contra otro o contra ti. Los demás integrantes de tu comunidad deben apoyarte y ayudar a que tu hermano reconozca su falta.

Relaciones cristocéntricas y el perdón (Mateo 18: 21-35)

Debemos perdonar a cualquiera así como Dios nos perdona a nosotros, pues el perdón no tiene límites. Jesús contó una historia para reflejar acertadamente el significado del perdón. 

Había una vez un rey que quiso ajustar las cuentas con sus siervos. Uno de ellos le debía miles y miles de monedas de oro, se presentó delante de su rey pero no tenía lo medios para saldar su deuda. El Rey le ordenó que lo vendieran así como a su esposa e hijos, pero el siervo se postró delante de él suplicándole que tuviera paciencia, pues pagaría la deuda. Ante este escenario el rey se compadeció de su siervo, le perdonó el saldo y lo dejó en libertad. 

Luego ese mismo siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y le exigió que le pagara su deuda. Como este compañero no tenía los medios le pidió compasión pero el siervo lo mandó a encarcelar. Los otros siervos fueron a contarle al rey quien mandó a llamar al siervo.

“¡Siervo malvado! te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” Mateo 18:32-33

Perdón y comodidad (2 Corintios 2:5-11)

Los castigos deben servir solo para ayudar a otros a volverse de sus caminos incorrectos. Cuando alguien se arrepiente debe ser perdonado, restaurado y confortado. Cuando queremos corregir a alguien esto debe hacerse en amor. Aquellas personas que no han creído en Jesús ven como un gran testimonio cuando los seguidores se preocupan unos por otros. Si tú eres un seguidor de Jesús recuerda que el Padre te restauró por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. No permitas que esto sea en vano y perdona a quien te haya ofendido.

¡Pisa el freno!

Juventud "Pisa el freno"

Juventud "Pisa el freno" es un movimiento evangelístico que tiene como propósito expandir el mensaje de salvación utilizando las ideas más creativas que puedas imaginarte. Apoya el movimieno ¡Se parte!


miércoles, 21 de mayo de 2014

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a adorar






Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a adorar

La alabanza es una manera de honrar a alguien más grande que nosotros. Para los creyentes la adoración es un elemento de gran importancia. Cuando adoramos, honramos a Dios en acción de gracias. Expresamos todo ese gozo que sentimos en nuestro corazón y le agradecemos por todo lo que ha hecho en nuestra vida. Nuestra manera de vivir conforme a la Palabra de Dios también forma parte de la adoración genuina. 

Jesús adoraba en privado (Marcos 1:35-36)

Para Jesús, hablar con su Padre era de gran importancia. De vez en cuando se retiraba para orar en privado. Definitivamente la oración tiene parte fundamental en la adoración.
“Muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y fue a un lugar solitario para orar. Luego Simón y los otros que estaban con él salieron a buscar a Jesús.” Marcos 1:35-36 

Jesús tenía a Dios en primer lugar, él dedicaba tiempo para adorarle. Además Jesús oraba en privado para enfocar su atención completamente. Como resultado de esta obediencia él tenía la esperanza de que Dios estaría a su lado aún en los momentos de dificultad. Permanecer en oración ayudaría a Jesús a entender perfectamente su misión y a alejarse de la tentación del enemigo. Esa relación que tenía con Dios le permitía tener fortaleza para vencer y continuar en su camino. Adorar a Dios en privado nos ayudará a conocerlo mejor, entender su voluntad y tener una relación creciente con Él.

Jesús adoraba en público (Lucas 4:16)

“Entonces Jesús regresó a Nazaret, el pueblo donde había crecido. Como de costumbre, fue a la sinagoga en el día de descanso y se puso de pie para leer las Escrituras.”- Lucas 4:16
La adoración pública era parte de la vida de Jesús. Fue en su visita a la sinagoga cuando leyó las escrituras en público a manera de alabanza a Dios.
“El Señor ha puesto su Espíritu en mí, porque me eligió para anunciar las buenas noticias a los pobres. Me envió a contarles a los prisioneros que serán liberados. A contarles a los ciegos que verán de nuevo, y a liberar a los oprimidos; para anunciar que este año el Señor mostrará su bondad”- Lucas 4:18-19

¡Adorar juntos también es importante! Cuando alabamos como iglesia, conocemos mejor la Palabra de Dios y de qué manera quiere que actuemos como cuerpo de Cristo. Trabajamos juntos para construir su reino y hacemos cosas que solos no podríamos. La adoración entre hermanos anima a cada uno a aprender amar al otro.

Jesús enseña sobre la oración y la adoración (Lucas 11:1-4)

Una vez cuando Jesús estaba con sus discípulos ellos le pidieron que les enseñara a orar. Jesús los instruyó a través de la oración al Padre. Generalmente muchas personas aprenden el Padre nuestro memorizándolo sin entender el significado de la oración. Si cuidadosamente entendemos la oración a nuestro Padre, aprenderemos a adorar genuinamente. 

“Padre, que siempre se dé honra a tu santo nombre.”
La primera parte de esta oración se enfoca totalmente en la adoración a Dios. Santificando su nombre como el todopoderoso, como el más grande y puro.

“Venga tu reino.” Como pueblo de Dios estamos ansiosos de conocer sus propósitos. Debemos anhelar que venga su reino para que podamos continuar construyéndolo de tal manera que pueda extenderse en el mundo. Cuando adoramos juntos podemos estar seguros de que Dios escuchará nuestras peticiones.

“Danos hoy los alimentos que necesitamos cada día, y perdona nuestros pecados, porque nosotros también perdonamos a todos los que nos han hecho mal.”

No podemos olvidar que Jesús es el pan que da vida, el agua que calma la sed. Debemos pedirle a nuestro padre que cada día nos dé el alimento necesario para crecer como cristianos. Así mismo pidámosle que limpie nuestro corazón de las cosas que a Él no le agradan y que nos ayude así a perdonar a quienes nos han ofendido.

 “No nos dejes caer en tentación”.
Finalmente Jesús nos enseña que debemos pedirle al Padre ayuda para mantenernos en su camino, para alejarnos de aquellas cosas que nos tientan y nos desvían de lo que Dios tiene preparado para nosotros.

Cuando aprendemos a adorar como Jesús, estaremos llenos de gozo inigualable.

¡Solo adora! (Filipenses 4:6)

“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.”- Filipenses 4:6
La preocupación y la adoración son elementos contradictorios. Cuando nos enfocamos en Dios a través de la adoración y la oración, confiamos en que Él nos ayudará. La preocupación no cambia tu situación, pero Dios sí lo hace. Él toma nuestras cargas y nos da esperanza.

La adoración nos permite ver el poder de Dios y su gracia. Cuando aprendemos a adorar, nos llenamos de esa felicidad que solo Él puede colocar en nuestro corazón y dejamos a un lado todas nuestras cargas.

lunes, 19 de mayo de 2014

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a dar

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a dar

Aprender a dar es un verdadero reto para muchas personas. Nuestra naturaleza egoísta nos conduce a velar principalmente por nuestras necesidades, antes que por las de los demás. Tenemos seguridad cuando algo no nos falta, por lo tanto dar a los demás se convierte en un sacrificio. Aprender a entregar lo mejor de tu cosecha te ayuda a crecer como un seguidor de Jesús. 

Animados por las ofrendas de otros (2 Corintios 8:1-7)

Pablo animó a los cristianos en Corinto a dar a los cristianos necesitados de Jerusalén. Él les contó la labor que hacían los cristianos en macedonia quienes recolectaban ofrendas para los necesitados en Jerusalén. Ellos habían sido probados en diversas áreas de sus vidas y estaban en necesidad. 

Dar es algo que cada cristiano debe aprender a hacer, por la gracia que Dios ha derramado sobre cada uno. Muchas veces creemos que lo que tenemos es nuestro porque hemos trabajado por obtenerlo, pero es Dios quien abre puertas para que cada cosa llegue a nuestras vidas. Tenemos prosperidad porque Dios provee las habilidades y los medios de trabajo para tenerla. Él es quien tiene el timón de tu vida.

La gracia de Dios fluye a través de nosotros en la medida en que demos a otros. Pablo les dijo a los cristianos de Corinto que los creyentes en macedonia tenían el deseo de dar ofrendas porque ya se habían entregado como ofrenda a Dios. Se enfocaban en ayudar a otros más que pensar en su propio bienestar. 

Animados por Jesús (2 Corintios 8:8-9)

Aún en medio de sus enseñanzas, Pablo no quería forzar a los seguidores a dar. Él quería que ellos enseñaran cómo el amor de Dios los alentaba a dar. Dios nos amó tanto que dio como ofrenda para nosotros a su Hijo Jesús. ¿Qué otra muestra de amor puede impulsarme a ofrendar como esa?

“Ustedes conocen el generoso amor de Jesús, quien siendo rico se hizo pobre por ustedes, para que por medio de su pobreza, ustedes se hicieran ricos” – 2 Corintios 8:9

¡Qué maravilloso! El rey de reyes, rico en espíritu y poder por medio del Padre, se hizo hombre dejando a un lado el hecho de ser Hijo de Dios para que por medio de eso nosotros tuviéramos la herencia de una vida eterna junto a nuestro Padre.

Si cada cristiano tuviera la disposición de amar de la forma en que Dios nos amó, el mundo estaría sorprendido de todas las cosas buenas que sucederían. Nuestro reto entonces es aprender a amar de esa manera.

La naturaleza nos enseña cómo dar (2 Corintios 9:6-8)

Cuando los cristianos ofrendan, están cosechando en el reino de Dios. No nos convertiremos en ricos pero el trabajo de Dios crecerá y andará. Debemos aprender a dar para que efectivamente el trabajo de Dios se manifieste y muchos más conozcan y crean en Jesús.

“El que siembra poco, cosecha poco, el que siembra mucho, cosecha mucho”- 2 Corintios 9:6

Si queremos ser bendecidos y ser de bendición para otros, debemos estar dispuestos a dar lo mejor de nuestra cosecha. El resultado irá en relación a lo que hayamos sembrado. Aprender a dar es una decisión de nuestro corazón. Es dar de tu tiempo, de tus conocimientos, disponer de tu corazón, dar tiempo de tu vida como siembra. 

Dios no interviene en tu decisión de dar, eso debe nacer espontáneamente de tu corazón. Si decidimos ser como el sembrador que sembró pocas semillas, no tendremos una gran cosecha. Finalmente, aprender a dar es una manera de confiar en Dios. Confiar en que Él nos ha provisto con todo lo que tenemos y nos ha dado todo su amor a través de Su Hijo. ¿No está Él dispuesto a darnos más? ¡Entrega tu corazón!