Creciendo
juntos en Cristo: aprendiendo a vivir de la manera correcta
En ese
momento especial, ese primer encuentro con Jesús, todo lo que nos ata a la
vieja forma de ser queda renovado por una nueva creación. Ahora somos como
recién nacidos en el espíritu y buscamos que nuestra relación con Dios crezca momento
a momento.
Una persona
que pertenece a Jesús aprenderá a vivir de la forma correcta, la forma en que
Dios quiere que vivamos. Esto quiere decir que debemos escoger, si queremos
vivir como lo hace el resto del mundo o si queremos vivir como Dios lo desea. ¡Tienes
la libertad para escoger!
Comenzando
una nueva vida (Colosenses 3:1-4)
Cuando
comenzamos a vivir para Cristo, las cosas de este mundo dejan de interesarnos y
buscamos más del reino de Dios. Los creyentes interpretan una escena de muerte
y resurrección a través del bautismo. A pesar de vivir en este mundo, dejamos
de pensar en el presente y la vieja forma de vivir desvanece de nuestra mente.
Nuestro espíritu está hecho nuevo por medio de Cristo, a través de la sabiduría
que nos acompaña en cada instante y nos da fortaleza para ir por el camino
correcto.
Removiendo las
cosas malas (Colosenses 3:5-9)
“Por tanto,
hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas
pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas
viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían
en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse
unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus
vicios” Colosenses 3:5-9
Aún cuando
Jesús nos ha dado una nueva vida, cada día debemos crecer en esta manera
correcta de vivir. Debemos dejar atrás los viejos deseos porque ellos rompen
nuestra relación con Dios. Así es. Por más que sientas que tus buenas obras son
reflejo de tu buen corazón, todo aquello que es parte de tu naturaleza crea una
barrera en tu relación con Dios. Es por ello que no logras estar en su presencia,
es por ello que te cuesta entender su voluntad en momentos difíciles.
Los deseos
sexuales están ahí para la autocomplacencia. Cristo enseñó que el amor verdadero
se ocupa de lo que es mejor para los demás. Dios creó el sexo para el
matrimonio, para que los esposos se entregaran mutuamente en una relación de
amor. Aquellos atados al placer sexual eventualmente se convierten en esclavos
de este deseo y no pueden parar. Jesús quiere despojarnos de esto que llena
vacíos por momentos. Él quiere que estemos satisfechos en él para tener una
relación unida con Dios.
De igual
manera la avaricia es el deseo de tener más y más cosas. Lo material puede
convertirse en el foco de nuestra vida, por lo tanto comenzamos a idolatrarlo.
Jesús murió
para que pudiéramos librarnos de esos deseos que se convierten en yugos de
nuestra vida.
Haciendo lo
correcto (Colosenses 3:10-14)
Cuando
vivimos para Dios, ese viejo ropaje es sustituido por una nueva vestidura
limpia y purificada. Colocarnos el nuevo ropaje demuestra el cambio que ha
sucedido en nuestra vida. Nos convertimos en nuevas personas y deseamos ser
cada día más como Jesús. Esta nueva vida debe estar llena del amor hacia los
demás, de la tolerancia, la paciencia y la humildad. De igual forma debemos perdonar
a otros como Jesús ha perdonado todas las cosas que has hecho. El amor ya no es
un simple sentimiento es una decisión, la de vivir como Cristo. Podemos aprender
a amar y así aprenderemos a crecer en el camino correcto.