jueves, 1 de mayo de 2014

Comenzando la travesía: Únete a compañeros creyentes


Dios nos hizo humanos para ser parte de un grupo. Nacemos dentro de familias, vivimos en comunidades, nos distinguimos al formar parte de un círculo de personas.


Cuando alguien se convierte en un seguidor de Jesús, él o ella, ahora forma parte de la familia de Dios. Esta familia es conocida como la iglesia o el cuerpo de Cristo.

Dentro de la iglesia las personas se ayudan entre sí para crecer como seguidores de Jesús. Se convierten en amigos y compañeros que se animan juntos. Es por ello que la iglesia es una parte esencial en la vida de un creyente.


Los creyentes deben obedecer a Jesús Hechos 9:10-19 

Saulo de Tarso, era un hombre judío que no aceptaba a los seguidores de Jesús, por tanto siempre los perseguía. Al acercare a la ciudad de Damasco durante el mediodía, Dios envió una luz muy brillante sobre Saúl. Al caer al suelo escuchó una voz que le decía “Saulo, ¿Por qué me persigues?” él le respondió “¿Quién eres tú, Señor?” y escuchó la misma voz que esta vez decía “Soy Jesús, aquel a quien tú persigues”. Al levantarse, Saulo estaba ciego.


Unos días después, Jesús habló con Ananías uno de sus seguidores en Damasco. Jesús le ordenó a Ananías que fuera a buscar a Saulo y colocara sus manos sobre el rostro de él, para que pudiera ver de nuevo.


Ananías estaba perplejo. Él había oído hablar de Saulo y de cómo maltrataba y perseguía a los seguidores de Jesús. Sin embargo como buen, fue obediente y se dirigió a la casa donde se encontraba Saulo.


“Al llegar, le puso las manos sobre la cabeza y le dijo: -Amigo Saulo, el Señor Jesús se te apareció cuando venías hacia Damasco. Él mismo me mandó que viniera aquí, para que puedas ver de nuevo y para que recibas el Espíritu Santo-” Hechos 9:17

Saulo fue bautizado como un nuevo creyente porque Ananías fue obediente a Jesús. Cuando una persona nace nuevamente del espíritu, desea obedecer a Jesús. Él quiere que sus seguidores ayuden a otros a conocerlo y seguirlo.


En la iglesia, los creyentes están unidos en Jesús Romanos 12:4-5

La iglesia es un cuerpo. Ese cuerpo está formado por distintas partes que cumplen una función distinta cada una. De igual manera todos en su forma humana son diferentes, pero dentro de ese cuerpo son exactamente iguales. Un seguidor no debe creer que es mejor o superior que otro creyente. Los sentimientos o prejuicios no deben tener lugar y mucho menos evitar que podamos amar a otros que siguen a Jesús. Los seguidores deben trabajar juntos mientras construyen el reino de Dios.


Así como Ananías dejó a un lado los prejuicios que tenía sobre Saulo restaurando su vista, así mismo debemos estar dispuestos a ser obedientes. Los seguidores de Jesús demuestran el amor de Dios hacia todos cuando, siendo tan diferentes viven en unidad.


En la iglesia, los creyentes se ayudan entre sí Hebreos 10:24-25

Jesús desea que nos mantengamos unidos, reunidos para adorar, alimentarnos de la palabra y ayudar a otros a crecer como creyentes.


Este versículo de hebreos nos permite reconocer dos maneras de ayudar a otros. Primero podemos ayudar a amar y a hacer el bien. Amar a otros significa estar para ellos aún en sus debilidades y malos hábitos. Es amar, para levantarlos.

Otros creyentes pueden ayudarte a conocer de qué manera puedes relacionarte en amor con aquellos fuera de la iglesia, para ser de testimonio.


En segundo lugar, los creyente deben ayudarse entre sí a través del compartir y las reuniones. Ellas son esenciales para el crecimiento de cada parte del cuerpo y para amar cada día más a Dios. Los creyentes debemos ayudar a quienes tienen dificultades, a los que están tristes y orar juntos. Ser parte del cuerpo de Cristo es la mejor manera de ayudar a otros y fortalecernos en el servicio.

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