Dios
nos hizo humanos para ser parte de un grupo. Nacemos dentro de familias,
vivimos en comunidades, nos distinguimos al formar parte de un círculo de personas.
Cuando
alguien se convierte en un seguidor de Jesús, él o ella, ahora forma parte de la
familia de Dios. Esta familia es conocida como la iglesia o el cuerpo de
Cristo.
Dentro
de la iglesia las personas se ayudan entre sí para crecer como seguidores de
Jesús. Se convierten en amigos y compañeros que se animan juntos. Es por ello
que la iglesia es una parte esencial en la vida de un creyente.
Los
creyentes deben obedecer a Jesús Hechos 9:10-19
Saulo
de Tarso, era un hombre judío que no aceptaba a los seguidores de Jesús, por
tanto siempre los perseguía. Al acercare a la ciudad de Damasco durante el
mediodía, Dios envió una luz muy brillante sobre Saúl. Al caer al suelo escuchó
una voz que le decía “Saulo, ¿Por qué me persigues?” él le respondió “¿Quién
eres tú, Señor?” y escuchó la misma voz que esta vez decía “Soy Jesús, aquel a
quien tú persigues”. Al levantarse, Saulo estaba ciego.
Unos
días después, Jesús habló con Ananías uno de sus seguidores en Damasco. Jesús
le ordenó a Ananías que fuera a buscar a Saulo y colocara sus manos sobre el
rostro de él, para que pudiera ver de nuevo.
Ananías
estaba perplejo. Él había oído hablar de Saulo y de cómo maltrataba y perseguía
a los seguidores de Jesús. Sin embargo como buen, fue obediente y se
dirigió a la casa donde se encontraba Saulo.
“Al
llegar, le puso las manos sobre la cabeza y le dijo: -Amigo Saulo, el Señor
Jesús se te apareció cuando venías hacia Damasco. Él mismo me mandó que viniera
aquí, para que puedas ver de nuevo y para que recibas el Espíritu Santo-” Hechos
9:17
Saulo
fue bautizado como un nuevo creyente porque Ananías fue obediente a Jesús.
Cuando una persona nace nuevamente del espíritu, desea obedecer a Jesús. Él
quiere que sus seguidores ayuden a otros a conocerlo y seguirlo.
En
la iglesia, los creyentes están unidos en Jesús Romanos 12:4-5
La
iglesia es un cuerpo. Ese cuerpo está formado por distintas partes que cumplen una
función distinta cada una. De igual manera todos en su forma humana son
diferentes, pero dentro de ese cuerpo son exactamente iguales. Un seguidor no
debe creer que es mejor o superior que otro creyente. Los sentimientos o
prejuicios no deben tener lugar y mucho menos evitar que podamos amar a otros
que siguen a Jesús. Los seguidores deben trabajar juntos mientras construyen el
reino de Dios.
Así
como Ananías dejó a un lado los prejuicios que tenía sobre Saulo restaurando su
vista, así mismo debemos estar dispuestos a ser obedientes. Los seguidores de Jesús demuestran
el amor de Dios hacia todos cuando, siendo tan diferentes viven en unidad.
En
la iglesia, los creyentes se ayudan entre sí Hebreos 10:24-25
Jesús
desea que nos mantengamos unidos, reunidos para adorar, alimentarnos de la
palabra y ayudar a otros a crecer como creyentes.
Este
versículo de hebreos nos permite reconocer dos maneras de ayudar a otros. Primero
podemos ayudar a amar y a hacer el bien. Amar a otros significa estar para
ellos aún en sus debilidades y malos hábitos. Es amar, para levantarlos.
Otros
creyentes pueden ayudarte a conocer de qué manera puedes relacionarte en amor
con aquellos fuera de la iglesia, para ser de testimonio.
En
segundo lugar, los creyente deben ayudarse entre sí a través del compartir y las
reuniones. Ellas son esenciales para el crecimiento de cada parte del cuerpo y
para amar cada día más a Dios. Los creyentes debemos ayudar a quienes tienen
dificultades, a los que están tristes y orar juntos. Ser parte del cuerpo de
Cristo es la mejor manera de ayudar a otros y fortalecernos en el servicio.
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