lunes, 19 de mayo de 2014

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a dar

Creciendo juntos en Cristo: aprendiendo a dar

Aprender a dar es un verdadero reto para muchas personas. Nuestra naturaleza egoísta nos conduce a velar principalmente por nuestras necesidades, antes que por las de los demás. Tenemos seguridad cuando algo no nos falta, por lo tanto dar a los demás se convierte en un sacrificio. Aprender a entregar lo mejor de tu cosecha te ayuda a crecer como un seguidor de Jesús. 

Animados por las ofrendas de otros (2 Corintios 8:1-7)

Pablo animó a los cristianos en Corinto a dar a los cristianos necesitados de Jerusalén. Él les contó la labor que hacían los cristianos en macedonia quienes recolectaban ofrendas para los necesitados en Jerusalén. Ellos habían sido probados en diversas áreas de sus vidas y estaban en necesidad. 

Dar es algo que cada cristiano debe aprender a hacer, por la gracia que Dios ha derramado sobre cada uno. Muchas veces creemos que lo que tenemos es nuestro porque hemos trabajado por obtenerlo, pero es Dios quien abre puertas para que cada cosa llegue a nuestras vidas. Tenemos prosperidad porque Dios provee las habilidades y los medios de trabajo para tenerla. Él es quien tiene el timón de tu vida.

La gracia de Dios fluye a través de nosotros en la medida en que demos a otros. Pablo les dijo a los cristianos de Corinto que los creyentes en macedonia tenían el deseo de dar ofrendas porque ya se habían entregado como ofrenda a Dios. Se enfocaban en ayudar a otros más que pensar en su propio bienestar. 

Animados por Jesús (2 Corintios 8:8-9)

Aún en medio de sus enseñanzas, Pablo no quería forzar a los seguidores a dar. Él quería que ellos enseñaran cómo el amor de Dios los alentaba a dar. Dios nos amó tanto que dio como ofrenda para nosotros a su Hijo Jesús. ¿Qué otra muestra de amor puede impulsarme a ofrendar como esa?

“Ustedes conocen el generoso amor de Jesús, quien siendo rico se hizo pobre por ustedes, para que por medio de su pobreza, ustedes se hicieran ricos” – 2 Corintios 8:9

¡Qué maravilloso! El rey de reyes, rico en espíritu y poder por medio del Padre, se hizo hombre dejando a un lado el hecho de ser Hijo de Dios para que por medio de eso nosotros tuviéramos la herencia de una vida eterna junto a nuestro Padre.

Si cada cristiano tuviera la disposición de amar de la forma en que Dios nos amó, el mundo estaría sorprendido de todas las cosas buenas que sucederían. Nuestro reto entonces es aprender a amar de esa manera.

La naturaleza nos enseña cómo dar (2 Corintios 9:6-8)

Cuando los cristianos ofrendan, están cosechando en el reino de Dios. No nos convertiremos en ricos pero el trabajo de Dios crecerá y andará. Debemos aprender a dar para que efectivamente el trabajo de Dios se manifieste y muchos más conozcan y crean en Jesús.

“El que siembra poco, cosecha poco, el que siembra mucho, cosecha mucho”- 2 Corintios 9:6

Si queremos ser bendecidos y ser de bendición para otros, debemos estar dispuestos a dar lo mejor de nuestra cosecha. El resultado irá en relación a lo que hayamos sembrado. Aprender a dar es una decisión de nuestro corazón. Es dar de tu tiempo, de tus conocimientos, disponer de tu corazón, dar tiempo de tu vida como siembra. 

Dios no interviene en tu decisión de dar, eso debe nacer espontáneamente de tu corazón. Si decidimos ser como el sembrador que sembró pocas semillas, no tendremos una gran cosecha. Finalmente, aprender a dar es una manera de confiar en Dios. Confiar en que Él nos ha provisto con todo lo que tenemos y nos ha dado todo su amor a través de Su Hijo. ¿No está Él dispuesto a darnos más? ¡Entrega tu corazón!

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