Creciendo
juntos en Cristo: aprendiendo a dar
Aprender
a dar es un verdadero reto para muchas personas. Nuestra naturaleza egoísta nos
conduce a velar principalmente por nuestras necesidades, antes que por las de
los demás. Tenemos seguridad cuando algo no nos falta, por lo tanto dar a los
demás se convierte en un sacrificio. Aprender a entregar lo mejor de tu cosecha
te ayuda a crecer como un seguidor de Jesús.
Animados
por las ofrendas de otros (2 Corintios 8:1-7)
Pablo
animó a los cristianos en Corinto a dar a los cristianos necesitados de Jerusalén.
Él les contó la labor que hacían los cristianos en macedonia quienes
recolectaban ofrendas para los necesitados en Jerusalén. Ellos habían sido
probados en diversas áreas de sus vidas y estaban en necesidad.
Dar
es algo que cada cristiano debe aprender a hacer, por la gracia que Dios ha derramado
sobre cada uno. Muchas veces creemos que lo que tenemos es nuestro porque hemos
trabajado por obtenerlo, pero es Dios quien abre puertas para que cada cosa
llegue a nuestras vidas. Tenemos prosperidad porque Dios provee las habilidades
y los medios de trabajo para tenerla. Él es quien tiene el timón de tu vida.
La
gracia de Dios fluye a través de nosotros en la medida en que demos a otros.
Pablo les dijo a los cristianos de Corinto que los creyentes en macedonia
tenían el deseo de dar ofrendas porque ya se habían entregado como ofrenda a
Dios. Se enfocaban en ayudar a otros más que pensar en su propio bienestar.
Animados
por Jesús (2 Corintios 8:8-9)
Aún
en medio de sus enseñanzas, Pablo no quería forzar a los seguidores a dar. Él
quería que ellos enseñaran cómo el amor de Dios los alentaba a dar. Dios nos
amó tanto que dio como ofrenda para nosotros a su Hijo Jesús. ¿Qué otra muestra
de amor puede impulsarme a ofrendar como esa?
“Ustedes
conocen el generoso amor de Jesús, quien siendo rico se hizo pobre por ustedes,
para que por medio de su pobreza, ustedes se hicieran ricos” – 2 Corintios 8:9
¡Qué
maravilloso! El rey de reyes, rico en espíritu y poder por medio del Padre, se
hizo hombre dejando a un lado el hecho de ser Hijo de Dios para que por medio
de eso nosotros tuviéramos la herencia de una vida eterna junto a nuestro
Padre.
Si
cada cristiano tuviera la disposición de amar de la forma en que Dios nos amó,
el mundo estaría sorprendido de todas las cosas buenas que sucederían. Nuestro
reto entonces es aprender a amar de esa manera.
La
naturaleza nos enseña cómo dar (2 Corintios 9:6-8)
Cuando
los cristianos ofrendan, están cosechando en el reino de Dios. No nos
convertiremos en ricos pero el trabajo de Dios crecerá y andará. Debemos aprender
a dar para que efectivamente el trabajo de Dios se manifieste y muchos más
conozcan y crean en Jesús.
“El
que siembra poco, cosecha poco, el que siembra mucho, cosecha mucho”- 2
Corintios 9:6
Si
queremos ser bendecidos y ser de bendición para otros, debemos estar dispuestos
a dar lo mejor de nuestra cosecha. El resultado irá en relación a lo que
hayamos sembrado. Aprender a dar es una decisión de nuestro corazón. Es dar de
tu tiempo, de tus conocimientos, disponer de tu corazón, dar tiempo de tu vida
como siembra.
Dios no interviene en tu decisión de dar, eso debe nacer
espontáneamente de tu corazón. Si decidimos ser como el sembrador que sembró
pocas semillas, no tendremos una gran cosecha. Finalmente, aprender a dar es
una manera de confiar en Dios. Confiar en que Él nos ha provisto con todo lo
que tenemos y nos ha dado todo su amor a través de Su Hijo. ¿No está Él
dispuesto a darnos más? ¡Entrega tu corazón!
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