lunes, 5 de mayo de 2014

Creciendo juntos en Cristo: Sé un aprendiz


Creciendo juntos en Cristo: Se un aprendiz


Jesús se hizo hombre y es un ejemplo de cómo los humanos deben agradar a Dios en su vida diaria. Él obedecía los mandatos de Su Padre y los enseñaba a otros. Cuando nos convertimos en seguidores de Jesús, somos aprendices, conociendo el camino que Dios quiere para nosotros y siguiendo sus mandamientos.


Jesús el maestro (Mateo 11:25-30)

Jesús enseñaba a sus seguidores a través del testimonio que llevaba cada día, a través de su vida. Él busca que sus aprendices sean como niños, humildes y prestos a aprender. Los maestros de la ley de ese tiempo creían tener más sabiduría que Jesús y que la gente del pueblo, por lo tanto añadían nuevas leyes a los mandamientos de Dios. Estas reglas se convertían en una carga para quienes no sabían leer o escribir, ya que no podían cumplirlas al pie de la letra. Jesús dijo “Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, que yo los haré descansar. Acepten mi enseñanza y aprendan de mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso. Mi enseñanza es agradable y mi carga es fácil de llevar” Mateo 11:28-30


“yo los haré descansar” qué frase tan alentadora y maravillosa. Definitivamente nuestra alma puede tener descanso cuando conocemos a Dios personalmente y creemos cuánto nos ama. Dios nos acepta porque seguimos a Su Hijo Jesús. “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera mostrárselo” Mateo 11:27b


Espíritu Santo, increíble maestro (Juan 14:23-26)

Jesús les pidió a sus discípulos que mantuvieran sus enseñanzas luego de que Él partiera con el Padre. Esto sería una muestra de amor hacia Él y su obediencia garantizaría que Dios permanecería siempre con ellos. Así mismo Jesús prometió que enviaría al Consejero, el Espíritu Santo quien estaría en cada uno de ellos recordándoles lo que Jesús les enseñó.

Cuando confiamos en Jesús como el salvador de nuestra vida y decidimos seguirlo, él nos envía al Espíritu Santo quien va dirigiendo nuestros pasos. Él nos ayuda a obedecer y a tener a Jesús como norte en nuestro camino. 


Divisiones entre creyentes (1 Corintios 3:1-3)

A través de Pablo, la gente en Corinto empezó a conocer a Jesús y sus enseñanzas. Aún con todo eso ellos no entendían lo que significaba ser un verdadero discípulo. Eran como bebés recién nacidos que solo podían beber leche. Fue mediante cartas que Pablo se pronunció ante los corintios luego de irse. “Las enseñanzas que les di fueron como leche porque todavía no podían comer nada sólido. Y aún no están listos para comerlo, pues todavía no siguen al Espíritu, Aún hay envidias y peleas entre ustedes, ¿no demuestra eso que todavía no han crecido espiritualmente y que actúan como cualquier otro del mundo?” 1 Corintios 3:2-3


La inmadurez espiritual siempre será una barrera para un seguidor de Jesús. Si no buscamos crecer espiritualmente en Cristo, estaremos propensos a caer ante las tentaciones de nuestra vieja naturaleza y no lograremos obedecer completamente a Dios. 


Cristianos que no aprenden (Hebreos 5:11-14)
Algo muy semejante a lo sucedido con los corintios, pasaba entre los hebreos. Los cristianos eran como niños que no podían alimentarse de comida sólida. No habían logrado entender lo básico de la vida cristiana. Como no crecían en su relación con Jesús, no podían enseñar a otros acerca de Él ni podían tomar decisiones sabias con respecto a la iglesia. Los cristianos que aún no estén maduros en espíritu deben tomar el tiempo para crecer, antes de asumir un liderazgo en la iglesia, pues a veces sí pueden mejorar su relación pero otras veces solo pueden generar problemas en esa área de servicio, recordemos que para que el cuerpo de Cristo funcione correctamente sus partes deben estar maduras y sanas. 


Para poder crecer es necesario aprender a escuchar al Espíritu Santo, alimentarse de la Palabra y orar. Deben saber discernir entre lo que es bueno y lo que no. Es importante que los seguidores estén dispuestos a crecer para poder enseñar a otros sobre Jesús.


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